Monday, March 19, 2007

En este momento tengo ganas de tener nuestra casa linda y de escuchar a Ney Matogrosso, pero posiblemente a la noche me tiente y vuelva a emborracharme con australianos. No tengo ni idea, pero estoy bien, y eso está muy bueno.
En tres horas entro al trabajo. Quiero dormir un rato y ducharme. Subir las persianas, apagar la luz, acariciarle la panza a mis gatos y comer algo. Posiblemente a la noche me tiente, ponga una frazada en el suelo de uno de nuestros patios, prenda las velas de los faroles, abra el Fond de Cave cabernet sauvignon que acabo de comprar y compre algunos quesos para comer juntos, tranquilos.
Date una ducha, hazte una paja y tómate un gin tonic. Hay que enamorarse cada tanto, si no qué?

Saturday, March 17, 2007

Salimos para Mar del Plata un viernes con una deesas lluvias de marzo. Cenamos en un lugar horrible de Retiro mirando el agua y la noche y los colectivos y unas vías de tren abandonadas y leyendo un cuento de Fogwill y a las 23:30 subimos al micro.
Apenas llegamos fuimos a un hotel y nos pusimos a dormir un par de horas. Hasta ahora vimos dos películas, la primera linda pero aburrida, la segunda buenísima. No me acuerdo del nombre de ninguna de las dos.
Vimos el mar. Ella estaba comiendo un choclo y tomando chocolatada, yo comía choripan y tomaba licuado de banana. Somos muy felices, muy felices y nos queremos. Ahora ella está durmiendo en el hotel y yo fui a sacar los pasajes de vuelta. La voy a despertar con un beso y entradas para ver otra película.

Friday, March 02, 2007

Tarde, a la noche
acomodé una serie de estantes,
papeles, cosas innecesarias.
Pongo todo en su lugar.
Me acomodo el pelo, pero no me decido
por ningún peinado.
Desde un octavo piso en Buenos Aires
las cosas desaparecen, una tras otra.
Hay mucha gente en diciembre
con llaves aferradas al puño,
con siluetas rarísimas,
los ojos desorbitados.
Este flequillo queda un poco mejor.
Estoy tan lindo, debería
prepararle otro té a Mariana
y despertarla. Debería hacer mis ejercicios,
comparar mi estilo, repetir en mi cabeza
el número de teléfono de Andrés Gándara.
En diciembre (o en agosto) hay personas
(personas hermosísimas) con los ojos
desorbitados, las llaves
de su vivienda apretadas en el puño.
Es lógico quedarse en silencio.
Caminar a la madrugada, tres cuadras
y volver. Ya no estoy para esos trotes.
El agua del té hierbe y una idea recurrente
(sin trama ni forma, pura idea) vuelve
una dos, cinco veces a ser pronunciada
en pensamientos. Un artista del trapecio.
Miro por encima de tu hombro. No es mentira.
Colecciono estantes. No es mentira.

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