Tuesday, December 09, 2003

Ataviada de pencas, de gladíolos: cómo fustigas madre esas escenas de oseznos acaramelados, esas mieles amargas: cómo blandes el plumero de espuma: y las aranias: cómo espantas con tu acido bretel el fijo bruto: fija remacha y muele: muletillas de madre parapléxica: pelvis acochambrado, bombachones de esmirna: es esa madre la que en el espejo se insinúa ofreciendo las galas de una noche de esmirna y bacarat: fija y demarca: muda la madre que se ofrece mudándose en amante al plumereo, despiole y despilfarro: ese desplume de la madre que corre las gasas de los vasos de whisky en la mesa ratona: madre y corre: cercena y garabato: y gorgotea:

pende del

cuello de la madre una ajorca de sangre sangre púbica, de plomos y pillastres: sangre pesada por esas facturas y esas cremas que comimos de más en la mesita de luz en la penumbra de nuestras muelles bodas: ese borlazgo: si tomabas mis bolas como frutas de un elixir enhiesto y denodado: pendorchos de un glacé que te endulzaba: pero era demasiado matarte: dulcemente: haciéndome comer de esos pelillos tiesos que tiernos se agazapan en el enroque altivo de mis muslos, y que se encaracolan cuando lames con tu boca de madre las cavernas del orto, del ocaso: las cuevas; y yo, te penetraba? pude acaso pararme como un macho ebrio de goznes, de tequilas mustio informe, almibararme, penetrar tus blonduras de madre que se ofrece como un altar, al hijo -menor y amanerado? adoptar tus alambres de abanico, tus joyas que al descuido dejabas tintinear sobre la mesa, entre los vasos de ginebra, indecorosamente pringados de ese rouge arcaico de tus labias? cual lobezno lascivo, pude, alzarme tras tus enaguas, y lamer tus senos, como tú me lamías los pezones y dejabas babeante en las tetillas -que parecían titilar- el ronroneo: de tu saliva rumorosa? el bretel de tus dientes? pude madre? como un galán en ruinas que sorprende a su novia entre las toscas braguetas de los estibadores, en los muelles, cuando laxa desova, en los botones, la perfidia a él guardada? ese lugar secreto y púbico? cómo entonces tomé esa agarradera, esos tapires incrustados con mangos de magnolia, aterciopeladamente sospechosos; y sosteniendo con mí mismo miembro la espuma escancorosa de tu sexo descargar en tu testa? Sonreías borlada entre las gotas de semen de los estibadores que en el muelle te tomaban de atrás y muellemente: te agarré: que creías?

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