Thursday, December 25, 2003
Me robé un auto y recogí a un vagabundo en la ruta. Me arrepentí enseguida. Olía como sorete. Sus harapos ensuciaron la tapicería de un auto ajeno. Pero Dios premió mi acto de caridad y convirtió al vagabundo en una princesa, hermosa, realmente preciosa. Ella y yo pasamos una noche en un telo. Al amanecer, me desperté en brazos del maloliente vagabundo. Y comprendí que Dios nos premia con los sueños y nos castiga con la realidad.
(PD: Algo muy parecido me pasó).
(PD: Algo muy parecido me pasó).
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