Tuesday, January 13, 2004
Vi cuatro mujeres luchando por los senos de un muerto,
vi cuatro mujeres luchando solas, más tarde, por la posesión del soplo
y disputando con sus uñas feroces por el Abel Garmin que abandonaba feliz aquellos huesos.
Hay cuatro mujeres que robaron mi fetidez sensible
y mi podredumbre en el cadáver que aún respiraba lentamente dejando
salir de allí mi alma como un pedo.
Y esos cuatro seres guardan ahora el resto sanguinoliento de mi espíritu
y habito para siempre en la carnicería de sus bocas
y día a día bajo del nido de sus nalgas
para saber entero en lo insensible del tiempo
cuál era el sentido que no aprendí del cielo
como cae debajo la palabra nunca.
vi cuatro mujeres luchando solas, más tarde, por la posesión del soplo
y disputando con sus uñas feroces por el Abel Garmin que abandonaba feliz aquellos huesos.
Hay cuatro mujeres que robaron mi fetidez sensible
y mi podredumbre en el cadáver que aún respiraba lentamente dejando
salir de allí mi alma como un pedo.
Y esos cuatro seres guardan ahora el resto sanguinoliento de mi espíritu
y habito para siempre en la carnicería de sus bocas
y día a día bajo del nido de sus nalgas
para saber entero en lo insensible del tiempo
cuál era el sentido que no aprendí del cielo
como cae debajo la palabra nunca.
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