Friday, October 15, 2004

Detrás de toda literatura hay una máscara blanca como el viento de las ocho de la noche.
A mí también me persiguen, pero no me escapo.
Es todo hermoso. Estoy viviendo solo, sentado en mi sofá, pensando en las caras sonrientes de la gente a la que quiero, escribiendo poemitas con yema de huevo en la pared mas blanca, llorando de alegría.
Ella no se daba cuenta porque nadie me fotografió. Después fui con ella a cenar y tomé 4 cervezas y vino y después caminé por Córdoba y por Santa Fe hasta pza Italia y lo esperé a Gabo tomando cervezas y leyendo un par de horas y pensando en los nenitos del supermercado Jumbo, que eran hermosísimos. Varias cervezas y leyendo mucho. Después caminé por Palermo. Cuando vivía en el pueblo decía que lo único lindo de vivir en un lugar tande mierda es que a la noche se ve el cielo. Acá las estrellas no gotean. Son insoportables, ni se las huele. Sé que están- pero todo loque no es un olor, un color o una música es una pendejada. Una mujer, por ejemplo, no lo es, porque si uno la quiere es por lo menos las tres cosas juntas. Las demás cosas son pendejadas. No me las puedo tomar en serio. La literatura es buena siempre y cuando tenga olor. Si no, aburre.
Como cuando una nenita gorda se tira en una pileta iluminando la escena. Vivimos como tirándonos en una pileta de fuego y abriendo los ojos una vez sumergidos. Yo me tiro. Yo abro los ojos y busco un arma en mi mochila, yo sé que hay un arma, pero meto la mano y no hay nada. Todos vivimos así. Sabiendo que hay un arma en nuestra mochila pero no encontrándola cuando hace falta.
Y asi nos va.
Hoy caminé por los bosques de Palermo -a una cuadra de mi depto- y fue lindo. Estaba solo y cantaba bajito. Canciones malas pero que me gustan. Vi la sombra de un pájaro, pero levanté la cabeza y no hubo pájaro. Mi respiración y la musiquita que no me puedo sacar de la cabeza no me dejan escribir un poema como quisiera. El amor es una mezcla de sentimentalismo y sexo (Burroughs, no coincido). Yo no sé qué me pasa. Claro que quiero meterla y sacarla y sacarla y meterla, pero no sé, ya me harté, ahora hablo de otra cosa, no hablo solamente de meterla y sacarla y sacarla y meterla, hablo de ternura (compañero). No sé hasta donde quiero sexo. Todo está envejecido y podrido. Yo creo que el cielo sí que se puede pudrir, Gabo. No digas que no. El cielo sí que se puede pudrir si no le prestamos la atención suficiente y si nuestros poemitas -los peores- no le prestan la atención suficiente. Ya no sirve cantar con sentimiento. Mi amor, donde quiera que estés, ya no hay nada que hacer, ya no hay nada que decir, ya no hay nada que perdonar, los gestos dejaron de ser necesarios, para qué besar, para qué lamer, para qué acariciar, para qué cojer, para qué bailar un bolero a la luz de los faroles o de una luna roja, para qué hablarnos, para qué soñar, para qué mierda voy a seguir escribiendo estas basuras que escribo y que parece que las escribo para dar lástima. El viento a las ocho de la noche es blanco. Los gestos pueden ser reales o irreales. Nos van a barrer a todos.
Porque así nos va.
Mis ojos desde que tengo 11 años -sé la fecha exacta- retienen un montón de cuerpos desnudos y películas porno. Yo veo que todo es lindo. Precioso. Yo lo sé y me emociono y lloro cada vez que salgo a caminar. Pero también tengo todas estas películas porno retenidas, cuerpos desnudos, prostitución, drogas, whisky a montones, negocios en los límites de la ley. Me dan ganas de llorar. Aviao sem asa, fogueira sem brasa, sou eu assim sem vocè. Aburrido mirando la lluvia por la ventana y tarareando canciones que no existen. Por el balcón, no tengo ventana. Toda literatura, en el fondo, en el rincón del fondo, donde las arañas construyen sus ahora azules telas, se esconde una máscara blanca, eso es lo que hay atrás de todas las palabras de la literatura, una putísima máscara blanca. La luz del atardecer descompone nuestra percepción del viento. El viento descompone nuestra percepción del tiempo. La cultura o la locura. Quiero repasar toda mi vida en una sola noche relampagueante y detenida como la estatua de vidrio que quería ser cuando era chiquito. La estatua de una bailarina rusa, en puntitas de pié, acariciando con su entrepierna una Sonata de B. Pero no se puede, porque tengo miedo, y no solamente eso. La marea es blanca. La palabra "divino" crea los propios ojos claros de D. Como la luz de mi cabeza, pienso. Te dije que prefería no escuchar más. En algunas zonas se puede ver la huella del miedo, en algunas zonas se puede ver la huella de la marea blanca, en algunas zonas se puede ver la huella de los ojos claros más lindos del planeta, en algunas zonas se puede ver la huella de la luz de mi cabeza, en algunas zonas se puede ver la huella de los incendios de lo que amé, odié, envidié, desprecié, todo a una velocidad de vértigo, lo que protegí, lo que ataqué, eso de lo que me defendí, lo que busqué al pedo, lo que siempre estuvo ahí: lo que nunca encontré.
Y después se desata la tormenta de mierda.

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