Monday, October 03, 2005
Tristecito. Llegué a mi casa y estaba mi roomie haciendo ruidos con una guitarra eléctrica que se compró pero no sabe tocar. La luz estaba bajita, una lámpara tapada con una sábana y el cielo clarísimo de Avenida Córdoba entrando por la ventana. Le pregunté si no fue al laburo y me dijo que renunció. Estaba hecho pelota, pero eso no me lo dijo. Sí me dijo que tiene hambre y fuimos a comprar empanadas y cervezas. Manu invita. Las empanadas estaban riquísimas, las cervezas no. La novia lo llamó y cuando cortó me dijo: "todavía no sabe que renuncié". Después, de golpe, dijo "me tomo el palo", y se fue, no sabía a donde. Me quedé escuchando el cuarto disco de la Velvet, cosa que no hacía desde mis sweet sixteen. Yo merezco una súper novia que me acueste y me tape con frazadas a la noche y me de un beso en la frente, pero la verdad que no quiero a nadie. Después salí a caminar. Todo es hermoso y triste, incluso los huesos y las manchas. No tengo ganas de caminar ni de dormir.
Subscribe to Posts [Atom]