Tuesday, November 01, 2005
Es cierto,
ni fuimos felices
ni nos quisimos
ni siquiera fuimos oportunos
y nos escaseaba el buen gusto.
Demasiado alta, la decrepitud
de balcones vacíos;
demasiado baja
la ausencia.
Es cierto,
no nos queremos
ni nos sentimos
ni nos entendemos
en demasía,
en la indolencia oblicua
de nuestros errores
solamente se lee
en tono de consigna,
pañuelos que se van,
labios que vuelven, y,
en el centro
una tormenta de living
limpio y grande
ordenando tontamente
la disposición de nuestros cuerpos.
Pero una cosa, care amice,
no es del todo exacta: aún
no hemos bebido lo suficiente.
ni fuimos felices
ni nos quisimos
ni siquiera fuimos oportunos
y nos escaseaba el buen gusto.
Demasiado alta, la decrepitud
de balcones vacíos;
demasiado baja
la ausencia.
Es cierto,
no nos queremos
ni nos sentimos
ni nos entendemos
en demasía,
en la indolencia oblicua
de nuestros errores
solamente se lee
en tono de consigna,
pañuelos que se van,
labios que vuelven, y,
en el centro
una tormenta de living
limpio y grande
ordenando tontamente
la disposición de nuestros cuerpos.
Pero una cosa, care amice,
no es del todo exacta: aún
no hemos bebido lo suficiente.
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