Tuesday, February 21, 2006

Y tu sangre ilumina
los estantes con libros, las sillas
con libros, el suelo
lleno de libros apilados.
Sus ojos son el libro
más buscado.
Entendiste
demasiado tarde, pero
no importa.
En el sueño volvés
a acariciar sus manos,
y ya no pedís nada.

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