Friday, January 05, 2007

La chica bajó los escalones con la robe monogramada
en el pecho: L.M. sobre el estómago. Vamos a empezar otra
Correspondencia, propone. ¿Ya amaste verdaderamente
a alguien? Los límites de la novela realista. Los
caminos del conocer. La imitación de la rosa. Las
apariencias desengañan. Estoy desengañado. No te
reconozco, a vos, que sos tan calma, en esta historia.
Llamá mañana otra vez sin falta. No puedo interrumpir
el trabajo ahora. Hay gente hablando por todos lados.
Palabra que no se mete más en el barril de pólvora
plantado sobre la torre de marfil.

¿Ya cojiste verdaderamente a alguien?

Necesito volver y mirar de nuevo aquellos dos cuartos vacíos.

Intratable.
Ya no quiero poner poemas en papel
ni dar a conocer mi ternura.
Me hago el duro,
muy borracho y duro,
no pregunto qué hacer.
Es inútil.
Dicho esto
el mejor libro cae al piso.
Tu mano se desliza
distraídamente
sobre mi mano.

No me toques
en este recuerdo.
Nostalgia en pedazos.
Las cartas
no mienten
jamás.

Nunca más te dije una palabra.
Tarde en la noche pongo la casa en su lugar.
Guardo todos los papeles que sobraron.
Confirmo la solidez de los candados.
Elizabeth confirmaba, "perder
es más fácil de lo que se piensa".
Rasgo todos los papeles que sobraron.
"Sus ojos pecan, pero su cuerpo
no", decía el traductor, preciso, simultáneo,
y sus manos temblaban.

El epicedio es una poesía donde el poeta relata la vida de una persona muerta.

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