Friday, January 05, 2007

My dear,
Llueve a cántaros. Desde acá adentro pienso sin parar en los cuatro gatos locos. Manos y pies fríos bajo control. Noticias imprecisas, te aviso. ¿Y a propósito? ¿Miedo de dar señales? Escuchá bien a R: casi te llamé, pero me miré a mí mismo etc. Ya saqué las letras que me pediste.
El día fue fangoso. Celia dijo: lo que importa es la carrera, no la vida. Contradicción difícil. La vida parece fangosa y la carrera es un narciso en flor. Lo que escribí en noviembre es verdad pero viene junto con drama de desocupado. Ahora estoy ocupadísimo, según el humor, naturaleza chic, disposición ambigua (signo de aries).
Después que corté el teléfono me arrepentí de haber llamado, porque la emoción se enfrió con la voz real. Mientras marcaba el número el corazón me quemaba. Y cuando hablamos fue tan así, vos viendo televisión y yo cerca de las bananas, tan sin estilo (como las cartas). ¿No te parece que la distancia y la correspondencia alimentan un aura (un reflejo verde en la laguna en el medio del bosque)?
Pienso poco en Thomas. Pasó el frío de los primeros días. Después, hartazgo: de él, de nuestras pijas, de su política, de sus canciones. Pero no me ocupé del asunto. Me tomé vacaciones. Tengo miedo de que el balanceo se acabe. El Thomas de hoy es mucho más viejo que yo, ya no da pelota, estudia música, milita y amor en su Martina de tetas largas y dientes perfectos, tanta perfección.
Atraído cada vez más por mi novia. Me calienta con tantas ganas que me da un dolor terrible.
Esteban afirma que son de Shakespeare los versos "cojer es humano, chupar es divino" y desvía la mirada hacia el centro de la mesa, después de diagnosticar silenciosamente mi paranoia.
Hoy discutí con María. Según ella Altmann es tan cruel con la clase media y eso es imperdonable. Me sentí acusado y balbuceé una linda pelea. Cuando llegué a mi departamento sentí un nudo imperdonable en el estómago. María siempre tiene razón.
Esteban dice que ella no se abre conmigo porque sabe que mi paranoia es mayor que mi amor. Por teléfono me cuenta de la carrera y blablablá. Por Esteban sé, igual, de los desastres de su embarazo. Conmigo ella no habla de eso.
Ayer hicimos un programa, los tres. En esas ocasiones el celo se agudiza, revolotea y hace chistes que ni yo mismo puedo preveer. Nadie lo sabe, pero él tiene ligerezas de pequeño feto. Es maternal, pone pañales, mientras el trío critica sus caprichos. ¡Resulta un encanto, micrófono de los celos! Hay siempre una sombra en mi sonrisa, dice. El melancólico soy yo, insisto, aunque vos desapruebes siempre, siempre. Aprovecho para pedir otra opinión.
Esteban dice que soy un león marino y yo exijo secreto absoluto (se está convenciendo): pequeñas historias rumiadas entre cervezas, en la vereda, son consuelo. ¿Quién lo puede saber? Yo sí sé hacer vereda todo el día y bien.
No fui totalmente sincero.
Recibí otra postal de Londres. Ahora decía apenas "What are women for?". Sin fecha.
No lo podría decir, no. ¿Vos podés?
Y la somatización, ¿Mejoró?
Insisto en el resumen que vos abandonaste a la buena de Dios. 1. bondad que humilla; 2. necesidad versus placer; 3. hijito; 4. prioridades; 5. what are women for.
Vas a tener un hijito, me escuchaste?
Eso es lo que me gusta. Escribir es la parte que aburre, quedo con dolor de espalda y remordimiento de vampiro. Voy a hacer un curso secreto de artes gráficas. Inventar el libro antes del texto. Inventar el texto para que quepa en el libro. El libro es anterior. El placer en anterior, tarado.
En cuanto a la historia de las madres, saludándose unas a otras con sábanas blancas, mientras la hija al final no presta tanta atención, solamente puedo decir que lloré un poco por si todo llegara a ser verdad. Creo que F. no se da cuenta, pero como siempre, miente mucho. ¡Miente muchísimo! Soy el único que lo sabe. Le vende el alma al diablo negociando la inteligencia alerta por la juventud eterna. Quién diría. En el pacto es pura Rita Hayworth, con N en la escenografía, enmarcando espejos. Juegan a la casita en las horas libres. En la fiesta que hicieron, Esteban discursaba alto que irse a vivir juntos es la solución, maestro de la salud. Ironías del destino. Le siguió, claro, resaca boluda y celos rápidos de Rita.
Mi cuello está mejor, gracias.
No estoy consiguiendo explicar mi ternura, mi ternura, ¿entendés?
Es difícil hacer literatura teniendo a Esteban como lector. Él lee para develar misterios y hace preguntas capciosas, pensando que cada verso oculta síntomas, secretos biográficos. No perdona el hermetismo. No se confieza sus propios sentimientos. María, en cambio, me lee todo como literatura pura y no entiende las referencias directas.
Durante el almuerzo Esteban quiso saber la verdadera identidad de Michelle, y adelante de todos creó un clima de conspiración, creyendo adivinar todo. Un tarado. A la salida me hizo jurar sobre el perfil de los sepulcros santos -esteban está siempre jurando o haciéndome jurar. Y vos todavía decís que yo no te respondo.
Todavía espero.

Beso.


Manu.




PD: No quiero que T. lea nuestra correspondencia. Tengo pasión, pero también tengo pudor.

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