Saturday, June 02, 2007
A medida que los años pasan, las cosas crecen
y ocupan espacios más definitivos
No hay forma de escaparse de eso
El frío ahora es definitivo, el amor ahora es definitivo
Las personas y el hambre, el alcohol y la lluvia
con los años se hacen grandes y definitivos.
El tiempo y el gusto a sangre
que genera la lucha diaria,
la forma en que el mundo se desvanece
después de una mala noche.
Todo es cada vez más enorme
e importante y definitivo.
Pongamos un ejemplo: llegás del trabajo (tenés trabajo)
y encontrás en tu casa, frente a la PC
a tu único y verdadero amor
que está haciendo un trabajo para la universidad.
Todas las cosas en su posición y tiempo, claro.
Entonces te pide que le prepares un té. Pero no hay
leche (y el té sin leche le da dolor de panza)
asi que, aunque es tarde y hace frío
vas a una estación de servicio y le comprás leche.
Volvés a tu casa, hacés el té, prendés la tele
y dejás pasar las horas, con muy poco dolor
y con poco sentido. Pero ahí están todas las cosas, fijate:
El trabajo diario, el calor del hogar, la ternura,
una persona amada, alimento y buenas intenciones.
No hacen falta muchas cosas más.
Todo en su justo lugar y tiempo, todo ubicado
con toda la delicadeza del mundo en distintos lugares de tu vida.
Eso no era igual a los dieciocho años,
podés estar seguro.
Tomemos un solo ejemplo más; es invierno,
están tu novia y vos ordenando el mismo departamento.
Salen de una gripe, y por un motivo u otro
es un día de mucha tristeza.
De golpe, y por nada, empiezan a insultarse.
No hay lágrimas: hay insultos puestos donde tienen que ir.
Otra pelea, pensás, hasta que te dice
que ya no te ama, que se equivocó con vos.
Esa noche, entonces, no dormís en tu cama.
La siguiente ya estás llevando tus libros y ropa
a la casa de un amigo. Acá, en este ejemplo,
hay solamente dos elementos, pero dos elementos
que alcanzan para configurar parte de una vida humana:
el desamor y la estupidez.
Partes fundamentales de toda desgracia,
especialmente del odio.
Elementos que, cierto día en la vida de un hombre,
como todos los demás elementos
empiezan a hacerse definitivos,
grandes y más grandes: importantes.
Inmóviles.
Y así es como se constituyen
tristezas y felicidades
quietas,
con nada dinámico,
claras y con un significado claro.
Y eso, en cualquier momento de cualquier día
debería hacerte llorar.
y ocupan espacios más definitivos
No hay forma de escaparse de eso
El frío ahora es definitivo, el amor ahora es definitivo
Las personas y el hambre, el alcohol y la lluvia
con los años se hacen grandes y definitivos.
El tiempo y el gusto a sangre
que genera la lucha diaria,
la forma en que el mundo se desvanece
después de una mala noche.
Todo es cada vez más enorme
e importante y definitivo.
Pongamos un ejemplo: llegás del trabajo (tenés trabajo)
y encontrás en tu casa, frente a la PC
a tu único y verdadero amor
que está haciendo un trabajo para la universidad.
Todas las cosas en su posición y tiempo, claro.
Entonces te pide que le prepares un té. Pero no hay
leche (y el té sin leche le da dolor de panza)
asi que, aunque es tarde y hace frío
vas a una estación de servicio y le comprás leche.
Volvés a tu casa, hacés el té, prendés la tele
y dejás pasar las horas, con muy poco dolor
y con poco sentido. Pero ahí están todas las cosas, fijate:
El trabajo diario, el calor del hogar, la ternura,
una persona amada, alimento y buenas intenciones.
No hacen falta muchas cosas más.
Todo en su justo lugar y tiempo, todo ubicado
con toda la delicadeza del mundo en distintos lugares de tu vida.
Eso no era igual a los dieciocho años,
podés estar seguro.
Tomemos un solo ejemplo más; es invierno,
están tu novia y vos ordenando el mismo departamento.
Salen de una gripe, y por un motivo u otro
es un día de mucha tristeza.
De golpe, y por nada, empiezan a insultarse.
No hay lágrimas: hay insultos puestos donde tienen que ir.
Otra pelea, pensás, hasta que te dice
que ya no te ama, que se equivocó con vos.
Esa noche, entonces, no dormís en tu cama.
La siguiente ya estás llevando tus libros y ropa
a la casa de un amigo. Acá, en este ejemplo,
hay solamente dos elementos, pero dos elementos
que alcanzan para configurar parte de una vida humana:
el desamor y la estupidez.
Partes fundamentales de toda desgracia,
especialmente del odio.
Elementos que, cierto día en la vida de un hombre,
como todos los demás elementos
empiezan a hacerse definitivos,
grandes y más grandes: importantes.
Inmóviles.
Y así es como se constituyen
tristezas y felicidades
quietas,
con nada dinámico,
claras y con un significado claro.
Y eso, en cualquier momento de cualquier día
debería hacerte llorar.
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