Friday, February 25, 2005
Para mi cumpleaños quiero esto
Creo que me está empezando a gustar Pappo.
Thursday, February 24, 2005
La obsidiana es un feldepasto negro o verde oscuro, cosa de por sí muy rara porque los feldepastos suelen ser blancos o amarillos claros, según dice Ingeborg.
Yo averigué que existe una obsidiana nevada, marrón con manchas blancas.
Dicen que abre el chakra de la corona, o sea el séptimo, sahasrara, que está en la glándula pineal (creo). Pero yo no sé si una piedra puede hacer esas cosas.
"Un niño llamado Tepoztécatl, creció muy inquieto, pero respetuoso de los ancianos que lo adoptaron, un día los Tepiles (mandatarios del pueblo) anunciaron al padre que debido a su edad debía ser sacrificado al monstruo de Xochicalco, al que alimentaban sacrificando ancianos; Tepoztécatl se ofreció a acudir al sacrificio en lugar de su padre. Salió rumbo a Xochicalco, y en el camino fue juntando Aiztli (Obsidianas) pequeños pedazos filosos de Obsidiana que iba guardando en su morral. Llegando a Xochicalco se presento ante Mazacuatl, la enorme serpiente que de inmediato lo devoró, dentro del monstruo, Tepoztécatl sacó los Aiztli (Obsidianas) y con ellos desgarró las entrañas del monstruo que en medio de convulsiones murió."
También encontré ésto:
"Cuenta la historia que en los tiempos de los indígenas, cuando la vida era muy difícil y el hombre tenía que luchar contra inmensas bestias salvajes para poder alimentarse, ocurrió un acontecimiento que cambió la vida de esa comunidad. En cierta ocasión salieron los hombres de ese gremio a cazar un gran mamut para el abastecimiento de varios días; mientras las mujeres y los niños se quedaban en la cueva en compañía de los ancianos. Esas cacerías llegaban a durar varios días por lo que los ancianos tenían la obligación de cuidar a las mujeres y niños, pero como no tenían armas para defenderse buscaron por toda la cueva algo que les ayudara a defenderse del ataque de unas hienas. De pronto Obsid el pequeño hijo del más valiente guerrero se percató de una piedra negra y filosa queestaba en el suelo; la tomó y la amarró a un palo que tomó de entre escombros, lo lanzó con gran fuerza y enorme fue la sorpresa de todos al darse cuenta que se desplumaba unahiena mientras las demás salieron huyendo. El ingenio y creatividad de Obsid lo llevaron a recibir los honores de la tribu, fue nombrado guerrero de la aldea y en su honor le llamaron a aquella piedra "Obsidiana", siendo ésta utilizada posteriormente para la elaboración de instrumentos de caza."
Hace poco descubrieron que dos cuadros de Esteban Murillo que hay en el Louvre no están, como se creía, pintados sobre mármol negro, sino sobre obsidiana, que él se hizo traer desde México. La noche cierra diciendo "Los principales yacimientos de obsidiana están en México, donde los aztecas los utilizaron para fabricar espejos adivinatorios entre 1325 y 1521. "
Ingeborg decía, creo recordar, que en el centro de las pirámides aztecas a las momias se les hacía una especie de "cama" de obsidiana, con una técnica para que sean iluminadas desde el centro. Pero no estoy seguro. Ingeborg no cree en nada, creé solamente en las tormentas y en los aztecas. Y su feldepasto favorito es la obsidiana. El mío también.
Yo averigué que existe una obsidiana nevada, marrón con manchas blancas.
Dicen que abre el chakra de la corona, o sea el séptimo, sahasrara, que está en la glándula pineal (creo). Pero yo no sé si una piedra puede hacer esas cosas.
"Un niño llamado Tepoztécatl, creció muy inquieto, pero respetuoso de los ancianos que lo adoptaron, un día los Tepiles (mandatarios del pueblo) anunciaron al padre que debido a su edad debía ser sacrificado al monstruo de Xochicalco, al que alimentaban sacrificando ancianos; Tepoztécatl se ofreció a acudir al sacrificio en lugar de su padre. Salió rumbo a Xochicalco, y en el camino fue juntando Aiztli (Obsidianas) pequeños pedazos filosos de Obsidiana que iba guardando en su morral. Llegando a Xochicalco se presento ante Mazacuatl, la enorme serpiente que de inmediato lo devoró, dentro del monstruo, Tepoztécatl sacó los Aiztli (Obsidianas) y con ellos desgarró las entrañas del monstruo que en medio de convulsiones murió."
También encontré ésto:
"Cuenta la historia que en los tiempos de los indígenas, cuando la vida era muy difícil y el hombre tenía que luchar contra inmensas bestias salvajes para poder alimentarse, ocurrió un acontecimiento que cambió la vida de esa comunidad. En cierta ocasión salieron los hombres de ese gremio a cazar un gran mamut para el abastecimiento de varios días; mientras las mujeres y los niños se quedaban en la cueva en compañía de los ancianos. Esas cacerías llegaban a durar varios días por lo que los ancianos tenían la obligación de cuidar a las mujeres y niños, pero como no tenían armas para defenderse buscaron por toda la cueva algo que les ayudara a defenderse del ataque de unas hienas. De pronto Obsid el pequeño hijo del más valiente guerrero se percató de una piedra negra y filosa queestaba en el suelo; la tomó y la amarró a un palo que tomó de entre escombros, lo lanzó con gran fuerza y enorme fue la sorpresa de todos al darse cuenta que se desplumaba unahiena mientras las demás salieron huyendo. El ingenio y creatividad de Obsid lo llevaron a recibir los honores de la tribu, fue nombrado guerrero de la aldea y en su honor le llamaron a aquella piedra "Obsidiana", siendo ésta utilizada posteriormente para la elaboración de instrumentos de caza."
Hace poco descubrieron que dos cuadros de Esteban Murillo que hay en el Louvre no están, como se creía, pintados sobre mármol negro, sino sobre obsidiana, que él se hizo traer desde México. La noche cierra diciendo "Los principales yacimientos de obsidiana están en México, donde los aztecas los utilizaron para fabricar espejos adivinatorios entre 1325 y 1521. "
Ingeborg decía, creo recordar, que en el centro de las pirámides aztecas a las momias se les hacía una especie de "cama" de obsidiana, con una técnica para que sean iluminadas desde el centro. Pero no estoy seguro. Ingeborg no cree en nada, creé solamente en las tormentas y en los aztecas. Y su feldepasto favorito es la obsidiana. El mío también.
Gabo: Primero, lo más importante: no quiero que mandes ni muestres a nadie ésto sin mi autorización. Para mí es muy importante. A este texto, por cómo lo produje, le tengo miedo y si bien creo ser valiente, también tengo partes terriblemente cobardes que se manifiestan con lo que de verdad me importa, y este texto me importa (en otros casos, con otros textos, me ahorré mandárselos a nadie ni hablar de ellos; hoy prefiero que lo leas porque sé que de lo contrario yo lo voy quemar, a borrar, a olvidar, a tapar como me gusta hacer con mis huellas). Escribí este libro para mí mismo, durante el 2004, y ni de eso estoy muy seguro. Durante este tiempo fueron páginas sueltas que releía y a veces corregía convencido de que no tenía tiempo. ¿Pero tiempo para qué? Era incapaz de explicártelo con precisión. Escribí esto para los fantasmas, que son los únicos que tienen tiempo porque están fuera del tiempo. Después de la última corrección (ahora mismo) me doy cuenta de que no solamente el tiempo importa, no solamente el tiempo es un motivo de terror. También el placer puede aterrorizar, también el valor puede aterrorizar. En estos últimos años viví a la intemperie y sin permiso de residencia durante demasiado tiempo en ningún lado asi como algunos parientes viven en un castillo. Por supuesto, no pienso publicar ésto. El original hubiera tenido más páginas: el texto tendía a multiplicarse y a reproducirse como una enfermedad. Quemé más de la mitad de los textos por miedo y cobardía al afrontar ese miedo. Mi enfermedad, entonces, es el orgullo, la rabia y la violencia. Estas cosas agotan y yo me paso los días cansado. A la noche escribo. Durante el día duermo, leo y camino. El desprecio que siento por la así llamada literatura oficial es enorme, aunque nada más que un poquito más grande que el que siento por la literatura marginal. Me definen más los autores a los que desprecio que aquellos a los que amo. Elijo a mis amigos entre las personas que desprecian a los mismos autores que yo. Pero creo en la literatura: es decir no creo ni en el arribismo ni en el oportunismo ni en los murmullos burgueses. Sí en los gestos inútiles, sí en eldestino. Todavía leo más poesía que prosa. Leo a Bolaño, Kafka y Stendhal asi como muchas personas fuman. No creo vivir más allá de los treintaicinco años. Soy feliz.
9 de julio, enero de 2005.
9 de julio, enero de 2005.
Wednesday, February 23, 2005
"Te juro que me dijeron que la paraguaya era alemana!"
Tuesday, February 22, 2005
Yo soy débil, tímido, inseguro, soy la persona más insegura de todas, soy un flancito, mis opiniones son doblegables y nunca pero nunca tengo la certeza de lo que pasa y mucho menos la aprovecho.
Pero sí sé dos cosas: escribo como los Dioses y cojo como los Dioses.
De todo lo demás, no, no sé.
Pero sí sé dos cosas: escribo como los Dioses y cojo como los Dioses.
De todo lo demás, no, no sé.
Monday, February 21, 2005
Hace algo así como una semana fue Arthur Miller.
Hoy es Hunter S. Thompson.
La reconcha de la lora, y la puta que los parió a todos.
Hoy es Hunter S. Thompson.
La reconcha de la lora, y la puta que los parió a todos.
Sunday, February 20, 2005
Dicho al pasar
- Y sabés qué? Yo no merezco tener que dar un exámen asi de aburrido mañana, no, es un asco, mirá esto, yo no lo merezco! Sabés lo que merezco??? Una súper novia, lindísima y que me quiera y que no grite demasiado, eso merezco, eso
- (del otro lado del teléfono, risas)
- Y sabés qué? Yo no merezco tener que dar un exámen asi de aburrido mañana, no, es un asco, mirá esto, yo no lo merezco! Sabés lo que merezco??? Una súper novia, lindísima y que me quiera y que no grite demasiado, eso merezco, eso
- (del otro lado del teléfono, risas)
Saturday, February 19, 2005
Hace un tiempo leí en uno de los libros de Nicolás Rosa al autor confesando su dificultad al escribir sobre Borges, o al leer sobre Borges, su sensación de que toda literatura sobre Borges es una prolongación del proyecto literario del mismo Borges. Por supuesto, no le creí. Me pareció una metáfora lindísima, un análisis muy lúcido, pero nada real fuera del fanatismo que se tiene.
Pero, ahora: ¿Quién me convence de que a esto y esto no lo escribió Bolaño?
Pero, ahora: ¿Quién me convence de que a esto y esto no lo escribió Bolaño?
Thursday, February 17, 2005
De Los Detectives Salvajes.
22 de noviembre
Desperté en casa de Catalina O’Hara. Mientras desayunaba, muy temprano (María no estaba, el resto de la casa dormía), con Catalina y su hijito Davy, a quien tenía que llevar a la guardería, recordé que la noche anterior, cuando ya solo quedábamos unos pocos, Ernesto San Epifanio dijo que existía literatura heterosexual, homosexual y bisexual. Las novelas, generalmente, eran heterosexuales, la poesía, en cambio, era absolutamente homosexual, los cuentos, deduzco, eran bisexuales, aunque esto no lo dijo.
Dentro del inmenso océano de la poesía distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y la de los maricas. Walt Witman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas.
- En nuestra lengua, claro está –aclaró-; en el mundo ancho y ajeno el paradigma sigue siendo Verlaine el Generoso.
Una loca, según San Epifanio, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Ética a la Estética y viceversa. Cernuda, el querido Cernuda, era un ninfo y en ocasiones de gran amargura un poeta maricón, mientras que Guillén, Aleixandre y Alberti podían ser considerados mariquita, bujarrón y marica, respectivamente. Los poetas tipo Carlos Pellicer eran, por regla general, bujarrones, mientras que poetas como Tablada, Novo, Renado Leduc eran mariquitas. De hecho, la poesía mexicana carecía de poetas maricones, aunque algún optimista pudiera pensar que allí estaba López Velarde o Efraín Huerta. Maricas, en cambio, abundaban, desde el matón (aunque por un segundo yo escuché mafioso) Díaz Mirón hasta el conspicuo Homero Aridjis. Deberíamos remontarnos a Amado Nervo (silbidos) para hallar un poeta de verdad, es decir, un poeta maricón, y no a un fileno como el ahora famoso y reinvindicado potosino Manuel José Othón, un pesado donde los haya. Y hablando de pesados: mariposa era Manuel Acuna y ninfo de los bosques de Grecia José Joaquín Pesado, perennes padrotes de cierta lírica mexicana.
- ¿Y Efrén Rebolledo? – pregunté yo.
- Un marica menorcísimo. Su única virtud es la de ser si no el único, el primer poeta mexicano que publicó un libro en tokio, Rimas Japonesas, 1909. Era diplomático, por supuesto.
El panorama poético, después de todo, era basicamente la lucha (subterránea), el resultado de la pugna entre poetas maricones y poetas maricas por hacerse con la palabra. Los mariquitas, según San Epifanio, eran poetas maricones en su sangre que por debilidad o comodidad convivían y acataban –aunque no siempre- los parámetros estéticos y vitales de los maricas. En Espana, en Francia y en Italia los poetas maricas han sido legión, decía, al contrario de lo que podría pensar un lector no excesivamente atento. Lo que sucedía era que un poeta maricón como Leopardi, por ejemplo, reconstruye de alguna manera a los maricas como Ungaretti, Montale y Quasimodo, el trío de la muerte.
- De igual modo Pasolini repinta a la mariquería italiana actual, véase el caso del pobre Sanguinetti (Con Pavese no me meto, era una loca triste, ejemplar único en su especie, o con Dino Campana, que come en una mesa aparte, la mesa de las locas terminales). Para no hablar de Francia, gran lengua de fagocitadores, en donde cien poetas maricones, desde Villon hasta nuestra admirada Sophie Podolski cobijaron, cobijan y cobijarán con la sangre de sus tetas a diez mil poetas maricas por su corte de filenos, ninfos, bujarrones y mariposas, excelsos directores de revistas literarias, grandes traductores, pequenos funcionarios y grandísimos diplomáticos del Reino de las Letras (véase si no, el lamentable y siniestro discurrir de los poetas de Tel Quel). Y no digamos nada de la mariconería de la Revolución Rusa en donde, si hemos de ser sinceros, sólo hubo un poeta maricón, uno solo.
- ¿Quién? –le preguntaron.
- ¿Maiakovski?
- No.
- ¿Esenin?
- Tampoco.
- ¿Pasternak, Blok, Mandelstam, Ajmátova?
- Menos.
- Dilo de una vez, Ernesto, que me estoy comiendo las unas.
- Sólo uno –dijo San Epifanio-, y ahora te saco de la duda, pero eso sí, maricón de las estepas y de las nieves, maricón de la cabeza a los pies: Khlebnikov.
Hubo opiniones para todos los gustos.
- Y en latinoamérica, ¿Cuántos maricones verdaderos podemos encontrar? Vallejo y Martín Adan. Punto y aparte. ¿Macedonio Fernández, tal vez? El resto, maricas tipo Huidobro, mariposas tipo Alfonso Cortés (aunque este tiene versos de maricona auténtica), bujarrones tipo León de Greiff, ninfos abujarronados tipo Pablo de Rokha (con ramalazos de loca que hubieran vuelto loco a Lacan), mariquitas tipo Lezama Lima, falso lector de Góngora, y junto con Lezama todos los poetas de la revolución cubana (Diego, Vitier, el horrible Retamar, el penoso Guillén, la inconsolable Fina García) excepto Rogelio Nogueras, que es un encanto y una ninfa con espíritu de maricón juguetón. Pero sigamos. En Nicaragua dominan mariposas tipo Coronel Urtecho o maricas con voluntad de filenos, tipo Ernesto Cardenal. Maricas también son los contemporáneos de México...
- ¡No –gritó Belano-, Gilberto Owen no!
- De hecho –prosiguió imperturbable San Epifanio-, Muerte Sin Fin es, junto con la poesía de Paz, La Marsellesa de los nerviosísimos y sedentarios poetas maricas. Más nombres: Gelman, ninfo, Benedetti, marica, Nicanor Parra, mariquita con algo de maricón, Westphalen, loca, Enrique Lihn, mariquita, Girondo, mariposa, Rubén Bonifaz Nuno, bujarrón amariposado, Sabines, bujarrón abujarronado, nuestro querido e intocable Josemilio Pe, loca. Y volvamos a Espana, volvamos a los orígenes –silbidos-: Góngora y Quevedo, maricas; San Juan de la Cruz y Fray Luis de León, maricones. Ya está todo dicho. Y ahora, algunas diferencias entre maricas y maricones. Los primeros piden hasta en sus sue;os una verga de treinta centímetros que los abra y fecunde, pero a la hora de la verdad les cuesta Dios y ayuda encamarse con sus padrotes del alma. Los maricones, en cambio, pareciera que vivan permanentemente con una estaca removiéndoles las entranas y cuando se miran en un espejo (acto que aman y odian con toda su alma) descubren en sus propios ojos hundidos la identidad del Chulo de la Muerte. El chulo, para maricones y maricas, es la palabra que atraviesa ilesa loa dominios de la nada (o del silencio o de la otredad). Por lo demás, y con buena voluntad, nada impide que maricas y maricones sean buenos amigos, se plagien con finura, se critiquen o alaben, se publiquen o se oculten mutuamente en el furibundo y moribundo país de las letras.
- ¿Y Cesárea Tinajero, es una poeta maricona o marica? –preguntó alguien. No reconocí la voz.
- Ah, Cesárea Tinajero es el horror –dijo San Epifanio.
22 de noviembre
Desperté en casa de Catalina O’Hara. Mientras desayunaba, muy temprano (María no estaba, el resto de la casa dormía), con Catalina y su hijito Davy, a quien tenía que llevar a la guardería, recordé que la noche anterior, cuando ya solo quedábamos unos pocos, Ernesto San Epifanio dijo que existía literatura heterosexual, homosexual y bisexual. Las novelas, generalmente, eran heterosexuales, la poesía, en cambio, era absolutamente homosexual, los cuentos, deduzco, eran bisexuales, aunque esto no lo dijo.
Dentro del inmenso océano de la poesía distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y la de los maricas. Walt Witman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas.
- En nuestra lengua, claro está –aclaró-; en el mundo ancho y ajeno el paradigma sigue siendo Verlaine el Generoso.
Una loca, según San Epifanio, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Ética a la Estética y viceversa. Cernuda, el querido Cernuda, era un ninfo y en ocasiones de gran amargura un poeta maricón, mientras que Guillén, Aleixandre y Alberti podían ser considerados mariquita, bujarrón y marica, respectivamente. Los poetas tipo Carlos Pellicer eran, por regla general, bujarrones, mientras que poetas como Tablada, Novo, Renado Leduc eran mariquitas. De hecho, la poesía mexicana carecía de poetas maricones, aunque algún optimista pudiera pensar que allí estaba López Velarde o Efraín Huerta. Maricas, en cambio, abundaban, desde el matón (aunque por un segundo yo escuché mafioso) Díaz Mirón hasta el conspicuo Homero Aridjis. Deberíamos remontarnos a Amado Nervo (silbidos) para hallar un poeta de verdad, es decir, un poeta maricón, y no a un fileno como el ahora famoso y reinvindicado potosino Manuel José Othón, un pesado donde los haya. Y hablando de pesados: mariposa era Manuel Acuna y ninfo de los bosques de Grecia José Joaquín Pesado, perennes padrotes de cierta lírica mexicana.
- ¿Y Efrén Rebolledo? – pregunté yo.
- Un marica menorcísimo. Su única virtud es la de ser si no el único, el primer poeta mexicano que publicó un libro en tokio, Rimas Japonesas, 1909. Era diplomático, por supuesto.
El panorama poético, después de todo, era basicamente la lucha (subterránea), el resultado de la pugna entre poetas maricones y poetas maricas por hacerse con la palabra. Los mariquitas, según San Epifanio, eran poetas maricones en su sangre que por debilidad o comodidad convivían y acataban –aunque no siempre- los parámetros estéticos y vitales de los maricas. En Espana, en Francia y en Italia los poetas maricas han sido legión, decía, al contrario de lo que podría pensar un lector no excesivamente atento. Lo que sucedía era que un poeta maricón como Leopardi, por ejemplo, reconstruye de alguna manera a los maricas como Ungaretti, Montale y Quasimodo, el trío de la muerte.
- De igual modo Pasolini repinta a la mariquería italiana actual, véase el caso del pobre Sanguinetti (Con Pavese no me meto, era una loca triste, ejemplar único en su especie, o con Dino Campana, que come en una mesa aparte, la mesa de las locas terminales). Para no hablar de Francia, gran lengua de fagocitadores, en donde cien poetas maricones, desde Villon hasta nuestra admirada Sophie Podolski cobijaron, cobijan y cobijarán con la sangre de sus tetas a diez mil poetas maricas por su corte de filenos, ninfos, bujarrones y mariposas, excelsos directores de revistas literarias, grandes traductores, pequenos funcionarios y grandísimos diplomáticos del Reino de las Letras (véase si no, el lamentable y siniestro discurrir de los poetas de Tel Quel). Y no digamos nada de la mariconería de la Revolución Rusa en donde, si hemos de ser sinceros, sólo hubo un poeta maricón, uno solo.
- ¿Quién? –le preguntaron.
- ¿Maiakovski?
- No.
- ¿Esenin?
- Tampoco.
- ¿Pasternak, Blok, Mandelstam, Ajmátova?
- Menos.
- Dilo de una vez, Ernesto, que me estoy comiendo las unas.
- Sólo uno –dijo San Epifanio-, y ahora te saco de la duda, pero eso sí, maricón de las estepas y de las nieves, maricón de la cabeza a los pies: Khlebnikov.
Hubo opiniones para todos los gustos.
- Y en latinoamérica, ¿Cuántos maricones verdaderos podemos encontrar? Vallejo y Martín Adan. Punto y aparte. ¿Macedonio Fernández, tal vez? El resto, maricas tipo Huidobro, mariposas tipo Alfonso Cortés (aunque este tiene versos de maricona auténtica), bujarrones tipo León de Greiff, ninfos abujarronados tipo Pablo de Rokha (con ramalazos de loca que hubieran vuelto loco a Lacan), mariquitas tipo Lezama Lima, falso lector de Góngora, y junto con Lezama todos los poetas de la revolución cubana (Diego, Vitier, el horrible Retamar, el penoso Guillén, la inconsolable Fina García) excepto Rogelio Nogueras, que es un encanto y una ninfa con espíritu de maricón juguetón. Pero sigamos. En Nicaragua dominan mariposas tipo Coronel Urtecho o maricas con voluntad de filenos, tipo Ernesto Cardenal. Maricas también son los contemporáneos de México...
- ¡No –gritó Belano-, Gilberto Owen no!
- De hecho –prosiguió imperturbable San Epifanio-, Muerte Sin Fin es, junto con la poesía de Paz, La Marsellesa de los nerviosísimos y sedentarios poetas maricas. Más nombres: Gelman, ninfo, Benedetti, marica, Nicanor Parra, mariquita con algo de maricón, Westphalen, loca, Enrique Lihn, mariquita, Girondo, mariposa, Rubén Bonifaz Nuno, bujarrón amariposado, Sabines, bujarrón abujarronado, nuestro querido e intocable Josemilio Pe, loca. Y volvamos a Espana, volvamos a los orígenes –silbidos-: Góngora y Quevedo, maricas; San Juan de la Cruz y Fray Luis de León, maricones. Ya está todo dicho. Y ahora, algunas diferencias entre maricas y maricones. Los primeros piden hasta en sus sue;os una verga de treinta centímetros que los abra y fecunde, pero a la hora de la verdad les cuesta Dios y ayuda encamarse con sus padrotes del alma. Los maricones, en cambio, pareciera que vivan permanentemente con una estaca removiéndoles las entranas y cuando se miran en un espejo (acto que aman y odian con toda su alma) descubren en sus propios ojos hundidos la identidad del Chulo de la Muerte. El chulo, para maricones y maricas, es la palabra que atraviesa ilesa loa dominios de la nada (o del silencio o de la otredad). Por lo demás, y con buena voluntad, nada impide que maricas y maricones sean buenos amigos, se plagien con finura, se critiquen o alaben, se publiquen o se oculten mutuamente en el furibundo y moribundo país de las letras.
- ¿Y Cesárea Tinajero, es una poeta maricona o marica? –preguntó alguien. No reconocí la voz.
- Ah, Cesárea Tinajero es el horror –dijo San Epifanio.
Monday, February 14, 2005
"Cuando la autodestrucción entra en el corazón, al principio parece un grano de arena. Es como una jaqueca, una indigestión leve, un dedo infectado; pero perdés el tren de las 8:20 y llegás tarde para pedir un aumento. El viejo amigo con quien vas a comer de repente agota tu paciencia y para mostrarte amable te tomás tres copas, pero el día ya perdió su forma, sentido y significado. Para recuperar cierto propósito y belleza bebes demasiado en las fiestas y te propasas con la mujer de otro y terminás haciendo algo tonto y obsceno y a la mañana siguiente desearías estar muerto. Pero cuando tratás de repasar el camino que te condujo a este abismo, sólo encontrás un grano de arena. (...)
¿Qué está mal? ¿Dónde he fallado? No estoy lo suficientemente loco ni lo suficientemente cuerdo. Me parece que no tengo una concepción clara del mundo. ¿Puedo acusarme de falta de color, esa falta de claridad que respeto en otros? ¿Qué debo evitar? Lo artificial, lo que carezca de vitalidad."
Cheever.
(y Manu)
¿Qué está mal? ¿Dónde he fallado? No estoy lo suficientemente loco ni lo suficientemente cuerdo. Me parece que no tengo una concepción clara del mundo. ¿Puedo acusarme de falta de color, esa falta de claridad que respeto en otros? ¿Qué debo evitar? Lo artificial, lo que carezca de vitalidad."
Cheever.
(y Manu)
¿Qué se puede hacer conmigo si no amarme?
Saturday, February 12, 2005
Estoy aburridísimo, todos mis amigos están de vacaciones, tengo poca plata, comí en Burger King por primera vez en mi vida y fue horrible, caminé, sábado a la noche, la mitad de buenos aires se está cojiendo a la otra mitad, me desperté a las 5 de la tarde.
Si alguien quiere ir a tomar cervezas, o lo que sea, que me llame al 1550980371.
Amen.
Si alguien quiere ir a tomar cervezas, o lo que sea, que me llame al 1550980371.
Amen.
DIARIO DE UN SEDUCTOR
No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:
desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.
No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:
desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.
Mierda, si lo sigo escribiendo voy a llegar a sentirlo.
Me despierto a las 5 de la tarde y no tengo nada que hacer. Anoche hablé con mi abuelo (de 83 años, un Señor Aristocrático, un poco gaga) sobre la religión (es de los que van todos los días a misa), sobre la muerte ("nada es puramente físico ni puramente espiritual"), sobre la belleza ("Caros amigos, cuando muera plantad un sause sobre mi tumba"; "El aire se serena / y viste de hermosura y luz no usada / Salinas, cuando suena / la música extremada / por vuestra sabia mano gobernada"; "Nuestra vida son los ríos que van a parar al mar"). Después fui a despedir a B. a Retiro, está en tratamiendo siquiátrico por adicción. Le llevé cervezas y me dijo que soy divino y me abrazó. Yo le dije que parece un gatito. Me regaló tres alplax porque sabe que me gustan las cosas rosas (en especial los sugus confitados rosas) y los tomé ahí mismo. Igual yo quería de las pastis que me hacen reir. Tomamos las cervezas. Cinco.
Antes de que se subiera al micro le dije que si tuviera un pañuelo lo agitaría mientras se aleja y me ve desaparecer por la ventanilla, le recitaría a Panero (Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita roídos cortinajes, entra solo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes, secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos). Cómo amo a Chejov. Bueno, no tenía un pañuelo, no recité a Panero y la despedí. Le dije que se cuidara y que me escribiera, aunque se fue solamente dos días. Después caminé. Mierda, si sigo escribiendo voy a llegar a sentirlo. Me despierto a las 5 de la tarde y no tengo nada que hacer, no me acuerdo de demasiadas cosas, no tengo hambre. Tardo una hora en reaccionar, son las 6, escucho dos canciones de Drake, me visto y salgo. No quiero leer, no quiero drogarme. Busco un bar para ir a tomar cervezas (aunque no tenga nada que leer) y están todos los del barrio cerrados, incluso el que está siempre abierto. En ese bar dan unos palitos salados que me gustan. Pero estaba cerrado. Fui al supermercado y no sabía porqué, creo que a ver si encontraba algo rico de comer. Estuve media hora adentro del supermercado sin agarrar nada, solamente mirando los vinos y pensando en que me da verguenza salir sin comprar nada. Pusieron una canción de Miranda y yo cantaba (Pongamos mucho cuidado en lo que hacemos y delante de quién), estaba triste. Pensé en comprar salame pero no quiero de nuevo sánguche de salame, es lo de todos los días. Agarré un jabón. Había pensado en un after shave pero agarré un jabón. Nivea Bath Care, cremoso humectante. Yo no sé nada de jabones ni de esos shampooes para pelos distintos, pelo seco, todo eso, yo nunca sé nada de esas cosas, me gustaría saber. Compré el jabón. Pensé en si los contextos tienen contexto y me puse triste. Vi, por la calle, una chica de ojos claros, y me puse más triste. Entré en este cyber a escribir un post porque sí, que seguramente es aburrido, aunque el post que hay abajo sobre Bolaño sí que me gusta, está muy descuidado, sin correcciones, escrito de un tirón en un cyber en el que andaba mal el teclado, pero me gusta y tiene muchos comments, 8 en un día. Miro por la ventana de este cyber y el día está lindo, me gustan los días en que llueve, pero éste día está lindo, el clima perfecto para salir de mangas cortas sin campera ni ninguna de esas cosas que me gustan, no hace calor, tengo hambre. El viento toca el piano entre las ramas de los árboles, pero eso en la ciudad no se nota. Se murió Arthur Miller. Estoy triste. Mierda, si lo sigo escribiendo voy a llegar a sentirlo.
Me despierto a las 5 de la tarde y no tengo nada que hacer. Anoche hablé con mi abuelo (de 83 años, un Señor Aristocrático, un poco gaga) sobre la religión (es de los que van todos los días a misa), sobre la muerte ("nada es puramente físico ni puramente espiritual"), sobre la belleza ("Caros amigos, cuando muera plantad un sause sobre mi tumba"; "El aire se serena / y viste de hermosura y luz no usada / Salinas, cuando suena / la música extremada / por vuestra sabia mano gobernada"; "Nuestra vida son los ríos que van a parar al mar"). Después fui a despedir a B. a Retiro, está en tratamiendo siquiátrico por adicción. Le llevé cervezas y me dijo que soy divino y me abrazó. Yo le dije que parece un gatito. Me regaló tres alplax porque sabe que me gustan las cosas rosas (en especial los sugus confitados rosas) y los tomé ahí mismo. Igual yo quería de las pastis que me hacen reir. Tomamos las cervezas. Cinco.
Antes de que se subiera al micro le dije que si tuviera un pañuelo lo agitaría mientras se aleja y me ve desaparecer por la ventanilla, le recitaría a Panero (Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita roídos cortinajes, entra solo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes, secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos). Cómo amo a Chejov. Bueno, no tenía un pañuelo, no recité a Panero y la despedí. Le dije que se cuidara y que me escribiera, aunque se fue solamente dos días. Después caminé. Mierda, si sigo escribiendo voy a llegar a sentirlo. Me despierto a las 5 de la tarde y no tengo nada que hacer, no me acuerdo de demasiadas cosas, no tengo hambre. Tardo una hora en reaccionar, son las 6, escucho dos canciones de Drake, me visto y salgo. No quiero leer, no quiero drogarme. Busco un bar para ir a tomar cervezas (aunque no tenga nada que leer) y están todos los del barrio cerrados, incluso el que está siempre abierto. En ese bar dan unos palitos salados que me gustan. Pero estaba cerrado. Fui al supermercado y no sabía porqué, creo que a ver si encontraba algo rico de comer. Estuve media hora adentro del supermercado sin agarrar nada, solamente mirando los vinos y pensando en que me da verguenza salir sin comprar nada. Pusieron una canción de Miranda y yo cantaba (Pongamos mucho cuidado en lo que hacemos y delante de quién), estaba triste. Pensé en comprar salame pero no quiero de nuevo sánguche de salame, es lo de todos los días. Agarré un jabón. Había pensado en un after shave pero agarré un jabón. Nivea Bath Care, cremoso humectante. Yo no sé nada de jabones ni de esos shampooes para pelos distintos, pelo seco, todo eso, yo nunca sé nada de esas cosas, me gustaría saber. Compré el jabón. Pensé en si los contextos tienen contexto y me puse triste. Vi, por la calle, una chica de ojos claros, y me puse más triste. Entré en este cyber a escribir un post porque sí, que seguramente es aburrido, aunque el post que hay abajo sobre Bolaño sí que me gusta, está muy descuidado, sin correcciones, escrito de un tirón en un cyber en el que andaba mal el teclado, pero me gusta y tiene muchos comments, 8 en un día. Miro por la ventana de este cyber y el día está lindo, me gustan los días en que llueve, pero éste día está lindo, el clima perfecto para salir de mangas cortas sin campera ni ninguna de esas cosas que me gustan, no hace calor, tengo hambre. El viento toca el piano entre las ramas de los árboles, pero eso en la ciudad no se nota. Se murió Arthur Miller. Estoy triste. Mierda, si lo sigo escribiendo voy a llegar a sentirlo.
Friday, February 11, 2005
Dejemos tres orquídeas blancas y arrodillémonos.
Ante Arthur Miller.
Ante Arthur Miller.
Thursday, February 10, 2005
Bolaño y yo
Hace tres años tenía 15, me vestía de negro y me pintaba las uñas y estaba triste. Amaba a Melina que me amaba y a quien creo que voy a amar siempre pero en el fondo sabía que la relación estaba jodida desde que empezó. Sabía, como supe siempre, que soy o quiero ser escritor, escribía poemas que a veces leo y si bien por un lado me matan de verguenza, reconozco que no estaban tan mal como podrían y, como diría un cursi poeta holandés del siglo XIX, son hoy la prima forma de abrir las esclusas de la emoción. Recién había decidido que no voy a estudiar periodismo sino letras y que no me interesaba demasiado la plata, y hacía ya un par de años que me escapaba periódicamente de casa de mis padres, en un pueblito, para ver a mi novia, o diciéndoles que salía a ver a mi novia pero me iba a cualquier otro lado, durmiendo en la calle, pasando hambre -comiendo una vez cada tres días-, sin dinero y sufriendo verdaderamente mucho, más allá de los parámetros de un chico de 15 años. La pasaba de verdad mal. Ahora, a veces, cuando me siento mal o triste o desesperado, pienso en esa época de mierda en que no podía tirarme en la cama a llorar porque no tenía ni cama ni casa y me siento un poquito mejor.
Entonces empecé a frecuentar el departamento de un primo, digámosle J, que estaba a punto de recibirse de licenciado en letras. Me dio cosas para leer que estaban más allá de mis franceses y mis beats, pero sobre todo dos autores: Perlongher y Bolaño. Con Perlongher quedé alucinado, empecé a escribir como él. De Bolaño mi primo me hablaba más discretamente, yo no entendía que lo que le pasaba era que le costaba no temblar cuando hablaba de él. Me leyó en un tono muy afectado La Francesa, un poema que figura en el primer mes de este blog, me dio Los perros románticos para fotocopiar (que me robó mi mejor amiga y hoy no tengo la copia) y bajo la advertencia "es la primera y última vez que presto un libro de Bolaño" me dio Los detectives salvajes con la condición de que se lo devolviera en una semana porque "estaba trabajando con ese libro".
Lo leí tres veces en esa semana. Me enganchó mucho, me divirtió, pero yo en ese momento estaba para Perlongher. Igual, religiosamente, tras devolver el libro a mi primo J, lo robé de la librería Norte, en Las Heras y Pueyrredón.
De los perros románticos me gustó Lupe. "Sus piernas de leopardo se anudaban en mi cintura / y hundía su cabeza en mi pecho buscando mis pezones / o el latido de mi corazón. / Eso es lo que quiero chuparte, me dijo una noche. / ¿Qué, Lupe? El corazón". Bolaño me enseñó a escribir y a cojer.
A mí me gusta el Bolaño poeta. Voy a caer en el lugar común: soy de los que no creen en los géneros, no creo en las fronteras, y la poesía no me parece lo escrito en versos sino algo inherente, en mayor o menor medida, en todas las cosas, especialmente en la literatura, en cierta literatura.
Después vinieron los demás libros. Leí Amuleto y me gustó muchísimo más que LDS. La primera vez que lo leí dejé de leer en la parte en que van Belano con San Epifanio con el rey de los putos. Lo leía y me sentía duro, lo leía parado adelante de la computadora (en e-book) y a los saltos, en voz alta o a los gritos (o gemidos), transpirando y desparramando lágrimas (o rabia), desesperado y divertido, excitado y con ganas de boxearle a cualquiera (no, no a cualquiera, sino a Dios, que nunca estuvo durante dos meses en la calle sin un centavo para comer y gente que lo caga a palos a diario como yo sí estuve). Recién un año después pude leer el resto del libro, que, por supuesto, superó mis expectativas.
Corté con Melina y quedé, definitivamente, hecho mierda. Primero fue un mes de estar encerrado en un cuartito de 2x2 tomando whisky (desayunando con whisky) y escuchando a Chavela Vargas. Después me fui. Era un febrero de un verano maligno y vivía metido en El Ateneo por el aire acondicionado y por los libros de Bolaño que leía de a partes.
Leí Tres y sentí que en lo que respecta a mi escritura no quería encontrar mi voz, no quería mi estilo ni mis formas, sino escribir solamente como Bolaño.
Después, ya viviendo en un departamento horrible y solo leí (robé) los que me faltaban. Ya le estaba recomendando a todos los que tenía alrededor las novelas de Bolaño, y a ellos también les cambiaba la vida, pero como buen adolescente, sentí (y siento) que ninguno lo entendía. Una noche, durante el cumpleaños de mi primo J, dijo como al pasar "la semana pasada se murió Bolaño". Creo que se dio cuenta de que no hablé el resto de la noche. Cuando salí de la fiesta, un poco (muy poco) borracho, fui a una plaza a acostarme en el pasto y llorar toda la noche. A Nocturno de Chile recuerdo haberlo leído en 4 minutos, que seguramente fueron horas. El principio me dio un martillazo considerable, "Ahora me muero, pero tengo muchas cosas que decir todavía. Yo estaba en paz conmigo mismo. Mudo y en paz. Pero de improvisto surgieron las cosas. Ese jóven envejecido es el culpable". Afuera había una tormenta eléctrica y lo leí parado y hundido en el libro, llorando y temblando, con miedo, con verdadero miedo de que me pasara algo durante esa lectura, sintiéndome valiente y arriesgado y rabioso y sin saber qué haría cuando el libro terminara, si morirme tranquilo y realizado o drogarme hasta perder la conciencia.
Por suerte el libro ayuda. Es un párrafo de cien páginas, la tensión del libro entero se acumula en el final, hay ¡Hay un punto y a parte! y después del punto y aparte en el renglón siguiente decreta: "Y entonces se desata la tormenta de mierda". Tormenta de mierda. Cuánta perfección. Como Apolo y Dionisios haciendo un 69 sobre una losa de basalto bajo una tormenta de mierda, como la ebullición del hipotético 69 entre Apolo y Dionosios, con ambos reventando de semen al mismo tiempo y enchastrando a un cielo que no queremos ver mas sí intuir.
Leí la pista de hielo y lloré mientras temblaba. Leí El gaucho insufrible y Putas asesinas, los libros que publicó mientras escribía 2666 y no me gustaron nada. Leí Llamadas telefónicas y me encantó, pero lo consideré muy menor, como un ensayo, una práctica, un manual de estilo. Leí la novelita lumpen y me emocioné muchísimo. La literatura nazi es el que me afectó más orgánicamente, ya sea de miedo o de risa o de tristeza. Más que nada de risa. Le regalé a mi viejo Estrella Distante, una novela perfecta que me dio varias ideas sobre la literatura. Monsieur Pain me pareció lindo. Volví a leer Los Detectives Salvajes y me gustó mucho más que la primera vez. Leí Amberes y me dieron ganas de dejar de respirar, de que mi corazón dejara de latir y de ir a tomar cervezas con alguna amiga esa misma noche. Y pasé meses leyendo solamente esos libros, una vez y otra y otra, patológicamente, como por vicio, era tan común y natural estar leyendo a Bolaño como estar no leyéndolo, era simple y divertido y era un estado en el que quería estar siempre, caminando por la calle, viajando, comiendo, acostado, trabajando, hablando con gente, mientras chateaba, mientras lavaba los platos, mientras cagaba o meaba (aunque le errara al water), mientras ordenaba mis viviendas, todas transitorias.
Después, bueno, llegó 2666, que fue el cachetazo final. Lo robé el mismo día que salió a la venta, un sábado caluroso, y es algo sobre lo que no tengo nada que decir, como no tengo nada que decir sobre el sexo ni sobre el amor ni sobre mí ni sobre las mujeres ni sobre la luna, sobre ninguna luna, yo soy la luna.
Hoy es un día de calor, es febrero como cuando me peleé con Melina y me fui de mi casa a leer a Bolaño, estoy pudiendo dejar de leer 2666. Me estoy mudando a un departamento lindísimo y tengo contrato de dos años. Va a ser la primera vez en mi vida que pase dos años en un mismo lugar, y me siento bien. El departamento tiene una ventana de una pared entera por la que entra mucha luz. Estoy en un cyber horrible, afuera pareciera que se viene una tormenta calurosa, una de esas tormentas de verano que impelen a la rabia o a la melancolía. Cada tanto sueño que entro en un bar de San Telmo y lo veo desde lejos a Bolaño fumando en una mesa. Lo quiero invitar a un whisky pero no sé qué decir, cómo explicarle que el tema no es que me gusten sus libros, no soy un fanático suyo, no es eso, y mientras lo pienso salgo de ese sueño y entro en otro. También sueño, a veces, que tengo novia, que amo a una mujer que me ama y que me espera cuando vuelvo de pasarla mal, siempre en el mismo lugar. A veces sueño que camino desnudo por la calle y lo disfruto enormemente. Pero el sueño que más me inquieta es el de Bolaño. Afuera el viento se empieza a levantar. Tengo ganas de saltar, de gritar, de leer a Bolaño, de cantar y bailar mientras una noche pasa. De amar a una mujer y que una mujer me ame. Soy feliz, ya no estoy triste como a los 15 años, de verdad soy feliz dentro de lo posible, tengo muchas ganas de vivir y de escribir buenos libros y poemas. Soy un adolescente feliz y no pienso pedirle perdón a nadie. Tengo 18 años. Me llamo Manuel, pero todos me dicen Manu. A veces soy un exagerado, a veces soy un cursi, a veces no. Me gusta la música. Mi mejor amigo está en europa y prometió mandarme una postal de un lugar que no sea Italia, porque Italia no me gusta. Roberto Bolaño está muerto, yo tengo las uñas aceradas y tengo muchísimas ganas de vivir.
"Estoy con las ventanas abiertas, afuera llueve, una tormenta de verano, rayos, truenos, esas cosas que excitan o que impelen a la melancolía.¿Cómo está México? ¿Cómo están las calles de México, mi fantasma, los amigos invisibles? ¿Sigue en pie Al Este del Paraíso o ya entró en elsueño de los justos?
Cuando mejore mi economía apareceré por tu casa una noche cualquiera. Y si no, es igual. El trecho que recorrimos juntos de alguna manera es historia y permanece. Quiero decir: sospecho, intuyo que aún está vivo, en medio de la oscuridad, pero vivo y todavía, quién lo iba a decir, desafiante. Bueno, no nos pongamos estupendos. Estoy escribiendo una novela donde tú te llamas Ulises Lima. La novela se llama Los detectives salvajes.
Un fuerte abrazo. R."
Hace tres años tenía 15, me vestía de negro y me pintaba las uñas y estaba triste. Amaba a Melina que me amaba y a quien creo que voy a amar siempre pero en el fondo sabía que la relación estaba jodida desde que empezó. Sabía, como supe siempre, que soy o quiero ser escritor, escribía poemas que a veces leo y si bien por un lado me matan de verguenza, reconozco que no estaban tan mal como podrían y, como diría un cursi poeta holandés del siglo XIX, son hoy la prima forma de abrir las esclusas de la emoción. Recién había decidido que no voy a estudiar periodismo sino letras y que no me interesaba demasiado la plata, y hacía ya un par de años que me escapaba periódicamente de casa de mis padres, en un pueblito, para ver a mi novia, o diciéndoles que salía a ver a mi novia pero me iba a cualquier otro lado, durmiendo en la calle, pasando hambre -comiendo una vez cada tres días-, sin dinero y sufriendo verdaderamente mucho, más allá de los parámetros de un chico de 15 años. La pasaba de verdad mal. Ahora, a veces, cuando me siento mal o triste o desesperado, pienso en esa época de mierda en que no podía tirarme en la cama a llorar porque no tenía ni cama ni casa y me siento un poquito mejor.
Entonces empecé a frecuentar el departamento de un primo, digámosle J, que estaba a punto de recibirse de licenciado en letras. Me dio cosas para leer que estaban más allá de mis franceses y mis beats, pero sobre todo dos autores: Perlongher y Bolaño. Con Perlongher quedé alucinado, empecé a escribir como él. De Bolaño mi primo me hablaba más discretamente, yo no entendía que lo que le pasaba era que le costaba no temblar cuando hablaba de él. Me leyó en un tono muy afectado La Francesa, un poema que figura en el primer mes de este blog, me dio Los perros románticos para fotocopiar (que me robó mi mejor amiga y hoy no tengo la copia) y bajo la advertencia "es la primera y última vez que presto un libro de Bolaño" me dio Los detectives salvajes con la condición de que se lo devolviera en una semana porque "estaba trabajando con ese libro".
Lo leí tres veces en esa semana. Me enganchó mucho, me divirtió, pero yo en ese momento estaba para Perlongher. Igual, religiosamente, tras devolver el libro a mi primo J, lo robé de la librería Norte, en Las Heras y Pueyrredón.
De los perros románticos me gustó Lupe. "Sus piernas de leopardo se anudaban en mi cintura / y hundía su cabeza en mi pecho buscando mis pezones / o el latido de mi corazón. / Eso es lo que quiero chuparte, me dijo una noche. / ¿Qué, Lupe? El corazón". Bolaño me enseñó a escribir y a cojer.
A mí me gusta el Bolaño poeta. Voy a caer en el lugar común: soy de los que no creen en los géneros, no creo en las fronteras, y la poesía no me parece lo escrito en versos sino algo inherente, en mayor o menor medida, en todas las cosas, especialmente en la literatura, en cierta literatura.
Después vinieron los demás libros. Leí Amuleto y me gustó muchísimo más que LDS. La primera vez que lo leí dejé de leer en la parte en que van Belano con San Epifanio con el rey de los putos. Lo leía y me sentía duro, lo leía parado adelante de la computadora (en e-book) y a los saltos, en voz alta o a los gritos (o gemidos), transpirando y desparramando lágrimas (o rabia), desesperado y divertido, excitado y con ganas de boxearle a cualquiera (no, no a cualquiera, sino a Dios, que nunca estuvo durante dos meses en la calle sin un centavo para comer y gente que lo caga a palos a diario como yo sí estuve). Recién un año después pude leer el resto del libro, que, por supuesto, superó mis expectativas.
Corté con Melina y quedé, definitivamente, hecho mierda. Primero fue un mes de estar encerrado en un cuartito de 2x2 tomando whisky (desayunando con whisky) y escuchando a Chavela Vargas. Después me fui. Era un febrero de un verano maligno y vivía metido en El Ateneo por el aire acondicionado y por los libros de Bolaño que leía de a partes.
Leí Tres y sentí que en lo que respecta a mi escritura no quería encontrar mi voz, no quería mi estilo ni mis formas, sino escribir solamente como Bolaño.
Después, ya viviendo en un departamento horrible y solo leí (robé) los que me faltaban. Ya le estaba recomendando a todos los que tenía alrededor las novelas de Bolaño, y a ellos también les cambiaba la vida, pero como buen adolescente, sentí (y siento) que ninguno lo entendía. Una noche, durante el cumpleaños de mi primo J, dijo como al pasar "la semana pasada se murió Bolaño". Creo que se dio cuenta de que no hablé el resto de la noche. Cuando salí de la fiesta, un poco (muy poco) borracho, fui a una plaza a acostarme en el pasto y llorar toda la noche. A Nocturno de Chile recuerdo haberlo leído en 4 minutos, que seguramente fueron horas. El principio me dio un martillazo considerable, "Ahora me muero, pero tengo muchas cosas que decir todavía. Yo estaba en paz conmigo mismo. Mudo y en paz. Pero de improvisto surgieron las cosas. Ese jóven envejecido es el culpable". Afuera había una tormenta eléctrica y lo leí parado y hundido en el libro, llorando y temblando, con miedo, con verdadero miedo de que me pasara algo durante esa lectura, sintiéndome valiente y arriesgado y rabioso y sin saber qué haría cuando el libro terminara, si morirme tranquilo y realizado o drogarme hasta perder la conciencia.
Por suerte el libro ayuda. Es un párrafo de cien páginas, la tensión del libro entero se acumula en el final, hay ¡Hay un punto y a parte! y después del punto y aparte en el renglón siguiente decreta: "Y entonces se desata la tormenta de mierda". Tormenta de mierda. Cuánta perfección. Como Apolo y Dionisios haciendo un 69 sobre una losa de basalto bajo una tormenta de mierda, como la ebullición del hipotético 69 entre Apolo y Dionosios, con ambos reventando de semen al mismo tiempo y enchastrando a un cielo que no queremos ver mas sí intuir.
Leí la pista de hielo y lloré mientras temblaba. Leí El gaucho insufrible y Putas asesinas, los libros que publicó mientras escribía 2666 y no me gustaron nada. Leí Llamadas telefónicas y me encantó, pero lo consideré muy menor, como un ensayo, una práctica, un manual de estilo. Leí la novelita lumpen y me emocioné muchísimo. La literatura nazi es el que me afectó más orgánicamente, ya sea de miedo o de risa o de tristeza. Más que nada de risa. Le regalé a mi viejo Estrella Distante, una novela perfecta que me dio varias ideas sobre la literatura. Monsieur Pain me pareció lindo. Volví a leer Los Detectives Salvajes y me gustó mucho más que la primera vez. Leí Amberes y me dieron ganas de dejar de respirar, de que mi corazón dejara de latir y de ir a tomar cervezas con alguna amiga esa misma noche. Y pasé meses leyendo solamente esos libros, una vez y otra y otra, patológicamente, como por vicio, era tan común y natural estar leyendo a Bolaño como estar no leyéndolo, era simple y divertido y era un estado en el que quería estar siempre, caminando por la calle, viajando, comiendo, acostado, trabajando, hablando con gente, mientras chateaba, mientras lavaba los platos, mientras cagaba o meaba (aunque le errara al water), mientras ordenaba mis viviendas, todas transitorias.
Después, bueno, llegó 2666, que fue el cachetazo final. Lo robé el mismo día que salió a la venta, un sábado caluroso, y es algo sobre lo que no tengo nada que decir, como no tengo nada que decir sobre el sexo ni sobre el amor ni sobre mí ni sobre las mujeres ni sobre la luna, sobre ninguna luna, yo soy la luna.
Hoy es un día de calor, es febrero como cuando me peleé con Melina y me fui de mi casa a leer a Bolaño, estoy pudiendo dejar de leer 2666. Me estoy mudando a un departamento lindísimo y tengo contrato de dos años. Va a ser la primera vez en mi vida que pase dos años en un mismo lugar, y me siento bien. El departamento tiene una ventana de una pared entera por la que entra mucha luz. Estoy en un cyber horrible, afuera pareciera que se viene una tormenta calurosa, una de esas tormentas de verano que impelen a la rabia o a la melancolía. Cada tanto sueño que entro en un bar de San Telmo y lo veo desde lejos a Bolaño fumando en una mesa. Lo quiero invitar a un whisky pero no sé qué decir, cómo explicarle que el tema no es que me gusten sus libros, no soy un fanático suyo, no es eso, y mientras lo pienso salgo de ese sueño y entro en otro. También sueño, a veces, que tengo novia, que amo a una mujer que me ama y que me espera cuando vuelvo de pasarla mal, siempre en el mismo lugar. A veces sueño que camino desnudo por la calle y lo disfruto enormemente. Pero el sueño que más me inquieta es el de Bolaño. Afuera el viento se empieza a levantar. Tengo ganas de saltar, de gritar, de leer a Bolaño, de cantar y bailar mientras una noche pasa. De amar a una mujer y que una mujer me ame. Soy feliz, ya no estoy triste como a los 15 años, de verdad soy feliz dentro de lo posible, tengo muchas ganas de vivir y de escribir buenos libros y poemas. Soy un adolescente feliz y no pienso pedirle perdón a nadie. Tengo 18 años. Me llamo Manuel, pero todos me dicen Manu. A veces soy un exagerado, a veces soy un cursi, a veces no. Me gusta la música. Mi mejor amigo está en europa y prometió mandarme una postal de un lugar que no sea Italia, porque Italia no me gusta. Roberto Bolaño está muerto, yo tengo las uñas aceradas y tengo muchísimas ganas de vivir.
"Estoy con las ventanas abiertas, afuera llueve, una tormenta de verano, rayos, truenos, esas cosas que excitan o que impelen a la melancolía.¿Cómo está México? ¿Cómo están las calles de México, mi fantasma, los amigos invisibles? ¿Sigue en pie Al Este del Paraíso o ya entró en elsueño de los justos?
Cuando mejore mi economía apareceré por tu casa una noche cualquiera. Y si no, es igual. El trecho que recorrimos juntos de alguna manera es historia y permanece. Quiero decir: sospecho, intuyo que aún está vivo, en medio de la oscuridad, pero vivo y todavía, quién lo iba a decir, desafiante. Bueno, no nos pongamos estupendos. Estoy escribiendo una novela donde tú te llamas Ulises Lima. La novela se llama Los detectives salvajes.
Un fuerte abrazo. R."
Wednesday, February 09, 2005
Hoy un amigo que es músico y por razones que no vienen al caso escuchó poquísima música me pidió que le recomendara cosas y me quedé mudo.
Saturday, February 05, 2005
Tarjetita de mi signo que me vendió un sidoso.
ARIES
Su mejor virtud: la iniciativa
Su peor defecto: la impaciencia
Dominio corporal: la cabeza (ésta)
Planeta que rige Aries: Marte, la guerra
Tu verbo favorito: Yo soy
Lo que más te gusta hacer: Empezar a hacer cosas nuevas
Lo que menos soportás: la rutina y la injusticia
Tu mente es: rápida y acertada
Tu familia es: la base de tu vida
Tu hogar está cargado de: desastre y descontrol
Actividad que te beneficia: gastar el axcedente (sic) de energía
Reponés tus energías: haciendo deporte
Te caracterizás por: ser demasiado independiente
En el amor buscás: Tomar la iniciativa y ser inconstante
El matrimonio es: compartir hombro a hombro pero independientemente
Tu gran defecto: tu sinceridad cortante y explosiva
Tu gran virtud: Idealismo.
Tu sueño secreto: ser un héroe de guerra
Que ostentas: independencia
Que adoleces: constancia
Temor oculto: ser rechazado
No te deja avanzar: tu falta de diplomacia y constancia
Yo no creo en el zodíaco, pero sí creo que me persiguen y me estudian y que quienes me rodean son actores que me interpretan y juzgan a cada acto.
Y ya decía yo que mi defecto es la sinceridad.
ARIES
Su mejor virtud: la iniciativa
Su peor defecto: la impaciencia
Dominio corporal: la cabeza (ésta)
Planeta que rige Aries: Marte, la guerra
Tu verbo favorito: Yo soy
Lo que más te gusta hacer: Empezar a hacer cosas nuevas
Lo que menos soportás: la rutina y la injusticia
Tu mente es: rápida y acertada
Tu familia es: la base de tu vida
Tu hogar está cargado de: desastre y descontrol
Actividad que te beneficia: gastar el axcedente (sic) de energía
Reponés tus energías: haciendo deporte
Te caracterizás por: ser demasiado independiente
En el amor buscás: Tomar la iniciativa y ser inconstante
El matrimonio es: compartir hombro a hombro pero independientemente
Tu gran defecto: tu sinceridad cortante y explosiva
Tu gran virtud: Idealismo.
Tu sueño secreto: ser un héroe de guerra
Que ostentas: independencia
Que adoleces: constancia
Temor oculto: ser rechazado
No te deja avanzar: tu falta de diplomacia y constancia
Yo no creo en el zodíaco, pero sí creo que me persiguen y me estudian y que quienes me rodean son actores que me interpretan y juzgan a cada acto.
Y ya decía yo que mi defecto es la sinceridad.
Muy buena nota a Charly García: "mientras estén cuidando el fuego va a venir el agua y nos va a ahogar. " (respecto a cromagnon)
Y genial entrevista exclusiva de Chabán en la Barcelona.
Y qué buenos los discos de Melero y Death in Vegas del año pasado.
Nada más.
Y genial entrevista exclusiva de Chabán en la Barcelona.
Y qué buenos los discos de Melero y Death in Vegas del año pasado.
Nada más.
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